De Sala Consilina a Pertosa

El tercer día nos lleva a conocer a un Tanagro aún diferente: si el primer día era un niño, y el segundo se había convertido en un joven adulto, hoy lo vemos lidiando con una situación más rígida y controlada. Probablemente para ayudarle a aprovechar su nueva fuerza, se ha rectificado el tramo del río que va desde Sala Consilina casi hasta Polla, para que las aguas puedan fluir tranquilamente por los campos.

Polla, una historia milenaria a orillas del río

Dándonos la bienvenida en la primera parada de la etapa de hoy se encuentra Polla , otra localidad, un poco más pequeña que Sala Consilina, situada en la margen izquierda del Tanagro. También Polla ofrece una apasionante perspectiva de la historia de esta tierra, que se remonta a la época romana. Uno de los puentes de la ciudad que cruza el Tanagro, de hecho, pertenece precisamente a esa época, al igual que el Lapis Pollae, o Lapide di Polla, epígrafe relativo a la Vía Popilia que se encuentra en pleno territorio municipal. Los palacios de Polla, motivo de orgullo para las familias que los poseían, y sus iglesias, profundamente arraigadas en la espiritualidad de sus ciudadanos, nos cuentan cómo han evolucionado la historia y la sociedad de Polla. Aunque nuestro viaje se centra en la naturaleza para recorrerla a un ritmo pausado, aquí en Polla es interesante hacer una parada rápida en el ferrocarril donde se puede contemplar una bella locomotora de vapor de principios del siglo XX. Al fin y al cabo, es importante conocer el pasado para entender el presente y estudiar nuevas soluciones para el futuro, ¿no cree?

Locomotora de vapor 835 en la estación de Polla

¿Y el agua? Por supuesto, Polla está atravesada por el Tanagro y contribuye al crecimiento del río: en su territorio también hay manantiales, como el que durante mucho tiempo alimentó una importante fuente, la Sorgente della Madonna di Loreto.

Vuelta a la orilla derecha: Pertosa

Tras un recorrido por el centro urbano, es hora de cruzar el antiguo puente para regresar a las alturas de la orilla derecha del Tanagro, donde se alza Pertosa. Si antes estábamos en una pequeña ciudad, ahora volvemos a estar en una aldea, y no en una aldea cualquiera: aquí conviven las ruinas de un pasado doloroso, encerrado en un momento eterno por el terremoto de Irpinia, y un presente que clama por su renacimiento y alegría de vivir. Un paseo entre los edificios pintados de vivos colores, que contrastan con las piedras de los portales más antiguos, produce una alegría incontenible. Ahora sólo nos queda elegir qué hacer: si seguir algunos senderos hacia el interior, quizás incluso a caballo, o si descansar para conservar fuerzas para mañana, ¡será un día ajetreado! Tanto si nos decantamos por una opción como por la otra, una degustación de la alcachofa blanca de Pertosa, quizás cruda, con un chorrito de aceite de oliva local, ¡sólo puede ayudar a refrescar cuerpo y espíritu!

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