SHARRYLAND
¿Dónde está?
Qué es y dónde está
Subir al funicular que une la ciudad baja con la ciudad alta en Bérgamo se siente como hacerlo en el famoso Tranvía 28 de Lisboa. Ambos, estructuralmente similares, permiten ver la ciudad o, en nuestro caso, un atisbo de ella, descubriendo sus rincones ocultos mientras se disfruta de una vista deliciosa. Bérgamo es así: hay que vivirla en todos sus deliciosos matices y uno de ellos es precisamente el funicular.
Por qué es especial
Desde el andén del funicular vi desde lo alto, entre mí y la borrosa llanura verde de abajo, la silueta de la antigua Bérgamo, altiva y compacta, con sus torres y cúpulas, sus murallas y tejados encaramados en una suave pendiente". Así hablaba el gran escritor Herman Hesse de Bérgamo y del funicular. El funicular no es la única forma de llegar a la ciudad alta desde la ciudad baja. Se puede llegar en coche, en autobús a lo largo de las murallas venecianas o a pie eligiendo entre varias rutas. Sin embargo, la belleza del funicular reside en su capacidad para meternos en la atmósfera de Bérgamo; para vivir la naturaleza y la ciudad con una sensación de ligereza mezclada con lentitud.
No se lo pierda
Una vez que se baje en la Piazza Mercato delle Scarpe, camine por Via Colleoni hasta Largo Colle Aperto, cerca del cual encontrará otro funicular que le llevará a San Vigilio, una zona maravillosa rodeada por las colinas de Bérgamo y varias rutas e itinerarios para elegir.
Un poco de historia
No sólo belleza, sino también historia e innovación. El funicular de Bérgamo, de hecho, fue una idea pionera del ingeniero Alessandro Ferretti, que en 1886 puso en marcha el proyecto para conectar la ciudad alta con la ciudad baja, donde por entonces se habían trasladado todas las actividades industriales y administrativas. Las obras comenzaron en 1886 y concluyeron al año siguiente. El 11 de septiembre de 1887 llegaron los vagones y el 20 de octubre tuvo lugar el primer viaje gratuito para los ciudadanos.
Curiosidad
El proyecto era inmensamente importante para la ciudad. Baste decir que el Palazzo Gritti, del siglo XIV, fue demolido para dar paso a la estación de llegada en la Piazza Mercato delle Scarpe. Un gran sacrificio en nombre de un gran éxito: ya en los primeros años había doscientos cincuenta viajes diarios en ambas direcciones.
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