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Stylus
Se asienta en la orilla donde tiembla el mar Jónico" y relata siglos de historia, culto y belleza.
¿Dónde está?

La Antigua ciudad que introduce a las Serre Calabresas
Stilo ocupa una de las terrazas de la ladera sureste del monte Consolino (701 m), un relieve calcáreo de aspecto inconfundible. La ciudad da nombre a la riada Stilaro, que nace en el corazón de las Serre y, tras un tortuoso descenso, llega al Jónico. El valle, a su vez, es remontado por la carretera que con una larga diagonal llega al Tirreno, pasando por debajo del monte Pecoraro (1423 m), la máxima elevación de la dorsal, y el monte Cucco (958 m), que es su principal bisagra. Un viaje de costa a costa que no hay que perderse, y que precisamente a partir de Stilo entra en su tramo más espectacular, entre frondosos bosques y aguas tumultuosas.
Un símbolo de la presencia bizantina en Calabria
Stilo fue el centro bizantino más importante del sur de Calabria. Testigo excepcional de ese período es una diminuta iglesia que se encuentra en una colina en la parte alta del asentamiento. Se llama la Cattolica, del griego katholikòn, por ser punto de referencia de los eremitorios basilianos, también llamados laure, excavados en las grutas del monte Consolino. Construida en ladrillo, tiene una planta cuadrada con tres ábsides semicirculares y cinco pequeñas cúpulas, la central destacando sobre las demás. Un tipo de edificio sagrado frecuente en Asia Menor, pero solo en raras ocasiones tan bien conservado. El monumento fue salvado de la ruina gracias al célebre arqueólogo Paolo Orsi quien en 1927 puso de manifiesto su importancia, contribuyendo así a convertirlo en un icono de Calabria.
La larga historia de la industria siderúrgica en las Serre
Stilo, junto con las localidades limítrofes de Mongiana y Pazzano, debe su riqueza a las minas de hierro y plata activas en la zona del monte Consolino desde la Edad Media hasta la segunda mitad del siglo XIX. Stilo en particular podía contar con un patrimonio forestal tal que suplía la necesidad de combustible de las ferrerías dispersas por el valle del Stilaro. Era el llamado Bosque de Stilo, un vastísimo hayedo, todavía de excepcional valor naturalístico, en cuyo corazón, a finales del siglo XVIII, se instaló un complejo siderúrgico de vanguardia. Un orgullo para el Reino de las Dos Sicilias, tanto es así que el soberano llamado a bautizarlo, Fernando II de Borbón, apreció que se llamara la Ferdinandea.
En el Duomo una obra maestra caravaggesca
El centro histórico, que adapta la densa red de calles a las curvas de nivel de la montaña, tiene su eje religioso en el Duomo dedicado a Santa Maria d'Ognissanti. Edificio de fundación medieval (siglos XIII-XIV) conserva de sus formas originales solo el elocuente portal ojival de arte gótico-suabo, probable obra de maestros nordeuropeos. En el interior, en la pared del fondo, destaca una tela de la Madonna d'Ognissanti (1619), excepcional tanto por su tamaño como por su nivel pictórico, obra maestra de Giovanni Battista Caracciolo (1578–1635), llamado Battistello, seguidor de Caravaggio en Nápoles. De nuevo en el exterior, desde una balconada junto a la iglesia, la mirada encuentra un hueco entre las casas y se extiende sobre el lecho de la riada Stilaro hasta el mar.
El filósofo de la Ciudad del Sol
Uno de los orgullos de Stilo es haber sido la cuna de Tommaso Campanella (1568-1639), fraile dominico, autor del famoso tratado filosófico La Ciudad del Sol. Lo recuerda el notable monumento en el centro de la Piazza Carnovale, una escultura de bronce de 1923 que lo retrata en actitud absorta, obra de un importante maestro del siglo XX, Ernesto Gazzeri (1866-1965). Campanella liga su nombre a varios lugares de la ciudad, empezando por la iglesia conventual de San Domenico, donde escribió algunas de sus obras más importantes.
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El camino a Serra San Bruno
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