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Maravilla
Maravilla  }  Lugar de culto

Santuario de San Romedio

Una ermita de cuento

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¿Dónde está?

Trentino-Alto Adige

Via S. Romedio, 1, 38010 Coredo TN, Italia (864m s.l.m.)

Cómo llegar
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Qué es y dónde está

En el corazón del hermoso Val di Non, a pocos kilómetros de San Zeno, se alza el Santuario de San Romedio, uno de los lugares de peregrinación más evocadores de Europa. Inmersa en el bosque, la ermita se alza sobre un espolón rocoso de más de 70 metros de altura y domina desde allí arriba el valle que se extiende a sus pies. Cinco iglesias superpuestas, construidas entre 1000 y 1918, están conectadas por una empinada escalera de 131 peldaños.

Por qué es especial

Es imposible no maravillarse ante la complejidad de esta construcción suspendida. Parece sacada de un libro de cuentos de hadas. El Santuario, construido en honor de los restos de San Romedio, que está enterrado aquí, es el resultado de una larga sucesión de modificaciones que se superpusieron unas a otras, hasta el punto de generar en el observador una sensación de precariedad irreductible. Hoy está reconocido como uno de los ejemplos más interesantes de arte cristiano medieval del país.

Para no perderse

Una rutamuy sugerente por el trazado de un antiguo canal del siglo XIX conduce hasta el Santuario. El paseo, apto para todos los públicos, parte del aparcamiento del Museo Rético de Sanzeno y se adentra en el regazo de un gran cañón. Se alternan tramos en la roca con otros sobre una pasarela de madera, ofreciendo magníficas vistas de la naturaleza circundante. La ruta termina al pie de la ladera que conduce a la ermita. El 15 de enero es el día de San Romedio, que se celebra con una misa y el tradicional plato de callos de los peregrinos.

Curiosidades

Desde los años 50, se sabe que la ermita alberga un oso dentro de un recinto. Cuenta la leyenda que San Romedio, deseoso de encontrarse con San Vigilio, obispo de Trento, decidió iniciar la peregrinación a lomos de su caballo. Sin embargo, justo antes de partir, un oso se abalanzó sobre el animal y lo mutiló. Sin dudarlo, San Romedio se acercó al oso y le ordenó que lo llevara a su destino. Y fue un milagro. Inexplicablemente, el oso obedeció, se dejó enjaezar y condujo al ermitaño a Trento sobre su grupa.

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